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El 10 de noviembre del 2001 Diego Armando Maradona se despedía ante su gente en una Bombonera colmada de hinchas y al momento de dirigirse a la multitud, dio un discurso que hasta hoy, es recordado por la comunidad futbolera: “El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo, que eso no le quepa la menor duda a nadie”. Hoy, 17 años más tarde, las palabras de uno de los mejores futbolistas de la historia parecen quedar empañadas por los hechos de violencia constantes, y la pregunta que surge es ¿El futbol ha muerto?
Por: @Agustinpalmis – @Globalonet.web
El fanatismo que provoca un club de fútbol en nuestro país es una tarea difícil de explicar, y de la mano fue apareciendo la violencia en los estadios de nuestro país, donde la locura de un sector que utiliza al fútbol como negocio y al vandalismo como bandera, tiñe de gris la práctica de este deporte.
La corrupción, la complicidad de las autoridades de los clubes con las barras, la impericia policial y el desinterés por dar soluciones, provoca que tampoco se pueda dar curso a una solución rápida a la Copa Libertadores y eso quedó demostrado con los hechos que dieron lugar al fin de semana del 24 de Noviembre y los posteriores hechos de toda la semana.
Desde el viernes 23, se desarrolló un operativo policial en la vivienda del líder de la barra brava de River, Hector Godoy, alias “Caverna”, se incautaron 10 millones de pesos y 300 entradas, donde se comprobó que eran originales y que el dinero era recaudación de tickets vendidos que la propia dirigencia le hacen llegar a manos de estos grupos mal llamados “hinchas”. Toda esta situación deja al desnudo la prioridad al negocio y el desinterés por soluciones de caracter social y deportivo.
Al día siguiente a las 17, horario del partido que, tras idas y vueltas, sería suspendido por los hechos que dieron lugar al ingreso del estadio Monumental, donde piedrazos y botellazos impactaron contra el micro que trasladaba a la delegación de Boca Juniors conducido por Rubén Darío Ebertz, chofer de la formación, quien afirmaría en una entrevista que hubo zona liberada, y los videos e imágenes acompañan esa declaración.
Al mismo tiempo, 60 mil espectadores aguardaban por el inicio del partido de forma pacífica dentro del recinto mientras afuera la policía actuaba violentamente contra los hinchas sin distinción de mujeres, niños y embarazadas producto del comportamiento agresivo de varios “simpatizantes” para intentar ingresar.
El personal policial, preparado para actuar y no para discernir, y actuar en consecuencia de manera organizada, es parte de la impericia gestada por el mal servicio y la pésima planificación por parte de los organismos de seguridad. El Gobierno de la Ciudad y Nación a cargo del ex Ministro Martín Ocampo y Patricia Bullrich, junto al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta y el Presidente de la Nación Mauricio Macri, son responsables de los hechos por ser las caras visibles que debieran garantizar el bienestar de quienes se dirigen a ver fútbol de manera pacífica.
La zona donde se desarrollaron los hechos fue en el ingreso ubicado en Quinteros y Av. Libertador, donde no se contuvo, ni se aisló, a los 400 hinchas que se encontraban allí, permitiendo el cruce con el micro xeneize. ¿Qué culpa tienen los clubes de estas situaciones? En la mayoría de los partidos del fútbol sudamericano ocurren hechos similares, y en la «cultura del aguante», estas actitudes son premiadas si el resultado deportivo acompaña, y por medio de la violencia se busca agredir a los protagonistas del espectáculo
Los presidentes Daniel Angelici (Boca) y Rodolfo D’nofrio (River) discuten junto a Conmebol si el el partido de vuelta por la Final de la Copa Libertadores se disputará o se le dará el torneo ganado a los Xeneizes y, mientras hoy se espera por el fallo, las autoridades de ambos equipos pelean (hasta abiertamente por TV) por un “pacto de caballeros” firmado el sábado donde se comprometían a disputar el encuentro que, horas más tarde Angelici reclamaría por una solución desde el escritorio.
Todo este combo de ineptitudes demuestran que se debe replantear todo y volver a ser visto como un juego y no como un negocio donde el Marketing, la publicidad, y la facturación quedan en primer lugar, y lo deportivo como algo casi sin importancia. Además, la doble vara existente en el castigo para unos y el premio para otros queda en evidencia con infinidad de ejemplos como lo sucedido días atrás en el partido de All Boys y Atlanta, donde una vez finalizado se enfrentó la policía y un grupo de violentos «simpatizantes» del club de Floresta, generando el repudio social, y la clausura de su estadio que sigue sosteniéndose hasta la fecha. Mientras que a Boca y River, en el transcurso de 5 días, se le impuso la misma sanción y en menos de 24 horas se levantó la clausura tras el pago de una multa ¿Será porque estos dos favorecen la facturación y no es conveniente penalizarlos?
En horas se dará a conocer el fallo de la Conmebol para la resolución de la Copa Libertadores, Qatar, Colombia, Paraguay, Chile, Madrid y París se ofrecieron a ser sedes de este partido en donde hay millones en juego. Paralelo a eso, una final del deporte más consumido en el mundo está en juego, quizá sea necesario recordarlo por si a alguien se le olvida.
Maradona finaliza su discurso argumentando: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. 17 años después, habría que pensar si los responsables pagarán por los daños ocasionados a la sociedad y al deporte y si realmente la pelota no queda manchada, ya que los hechos recientes son moneda corriente todos los fines de semana en nuestro fútbol.
Agustín Palmisciano.