Gabriela Garton: “Todas las que jugamos al fútbol en Argentina somos guerreras”

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Nació en Estados Unidos y comenzó a dar sus primeros pasos en el fútbol de aquel país,  en 2013 decidió venir a Argentina en búsqueda de una posibilidad que encontró en el arco de River Plate. Fue una de las jugadoras convocadas al mundial de Francia y es becaria del Conicet. Su libro “Guerreras”, surge de la tesis de Maestría en Sociología donde analiza al fútbol desde adentro y como protagonista.

A partir de sus estudios y como jugadora, da su visión de la relación entre este deporte y la sociedad: “El fútbol es súper fructífero para analizarlo, sobre todo en Argentina, porque tiene mucha influencia en lo cotidiano y en la cultura”. Al respecto de la profesionalización, analiza la problemática que puede generarse a partir de los contratos, y evalúa la visión de los distintos organismos que no logran ver al fútbol femenino de manera fructífera sino como un gasto. Además, habla del papel protagonico del movimiento de mujeres que ayuda constantemente a terminar con los prejuicios y a fomentar la prácitca de esta disciplina que está en constante crecimiento gracias a la pasión, la garra y los sueños de quienes lo practican.

De pasado por la institución de Nuñez y la UAI de Urquiza, actualmente comenzará a desempeñarse como arquera en un equipo masculino de la Provincia de San Luis. Junto a la Selección Argentina, integró los planteles de los Panamericanos de Toronto 2015, Copa América de Chile 2018 y de la Copa Mundial Femenina de la FIFA en Francia 2019.

Por: @agustinpalmis@globalonet.web


Foto: http://www.tyc.com

¿Cómo arrancaste a jugar al fútbol?

Nací en Estados Unidos y en el año 98 empecé a jugar en el colegio y me gustaba. Mi papá es estadounidense y mi mamá argentina, ellos no le prestaban atención al fútbol pero mi tío sí, es fanático de Boca a morir y veía los partidos con él y me empezó a apasionar. Lo escuchaba comentando sobre los partidos que veíamos y en el 99 fue el mundial que ganó Estados Unidos por penales contra China en una final por penales y con un estadio lleno por 90 mil personas. Me acuerdo que pensé en querer estar ahí, y un día les dije a mis papás que quería jugar fútbol y me llevaron, me inscribieron en la liga y entrenaba dos veces por semana y los sábados jugábamos partidos.

¿Por qué elegiste venir a Argentina?

Por mi familia. Siempre tuve fascinación con el país y veníamos muy seguido a visitar entonces decidí mudarme por dos razones: querer seguir jugando y ayudar a cambiar lo que había visto del fútbol femenino de aquel momento en Argentina que me parecía espantoso. Por ahí mi mirada de querer cambiar las cosas se relaciona con el lugar donde nací, los yankees suelen tener esta idea de venimos de Estados Unidos y vamos a salvar al mundo pero llegando acá me dí cuenta que podía hacer una diferencia metiéndome en el ámbito y siendo parte, acompañando los cambios que se empezaron a dar pero en conjunto.

¿Con qué fútbol te encontraste al momento de llegar?

Cuando llegué en 2013 para mí fue un shock. No era como me pasó a mí en Estados Unidos donde los padres nos llevaban a jugar y había un sistema donde habían equipos. Acá las chicas tenían que ir a escuelitas de fútbol de varones y ver donde las podían aceptar. En otros casos se daba que los padres no eran abiertos a que las hijas jueguen a la pelota y pensando en un país tan futbolero, que no haya igualdad de oportunidades me resultó chocante. Por una amiga llegué a probarme en River y quedé, pero al principio no entendía como nos echaban de la cancha cuando aparecía cualquier equipo masculino porque necesitaban la cancha y a nosotras nos echaban como si nada. No se podía planificar nada porque no sabíamos cuando íbamos a jugar y tampoco teníamos indumentaria,  teníamos que conseguir nuestros botines o guantes. Jugar al fútbol acá es un presupuesto y todo es bancado por las jugadoras. Hay que ver ahora como viene la mano con el profesionalismo, pero cuando yo llegué me sorprendió que nos echaran porque venía a jugar un equipo masculino. Nunca me había pasado.

En EEUU le dan mucha importancia al deporte como herramienta de cambio social ¿Crees que acá puede darse algo parecido?

Todavía no lo veo, es algo que todavía los clubes no entienden. Ven al fútbol femenino únicamente como un gasto que no produce nada. Yo veo a muchas de mis compañeras que vienen de situaciones difíciles en sus casas y el fútbol realmente tiene mucho potencial para ser un agente de cambio social positivo en la vida de la gente. Tuve compañeras de cuando jugué en la UAI de Urquiza fueron las primeras de sus familias en hacer carreras universitarias o terminar la secundaria.

¿Cómo es para una chica que decide jugar al fútbol en nuestro país, independientemente de la edad con respecto a los prejuicios, la falta de estructura, infraestructura y todo tipo de elementos que faltan?

Es una lucha constante. El título de mi libro (“Guerreras”), es como un doble juego porque tiene que ver con el nombre de las jugadoras de la UAI, pero sin embargo, todas las que jugamos al fútbol de acá nos consideramos guerreras porque es una lucha día a día. Nunca contas realmente con nada y eso ocurre hasta en los clubes más grandes o en la Selección. Nunca tenes completamente tu lugar y es difícil, son cosas que generan estrés.  Los varones no tienen esa preocupación, se tienen que concentrar en jugar y hacerlo bien, también es estresante pero no tienen que lidiar con pensar si van a tener lugar para entrenar, o buscar médico por su cuenta si se lesionan, nosotras sí. Son muchas cosas con las que nos enfrentamos las mujeres, y ni hablar de la discriminación, que cada vez se ve menos, pero la idea de que la mujer no puede jugar a la pelota porque es para varones, o que nos digan machonas existe. Hay que empezar a disociar al fútbol de la idea social sobre los roles impuestos que deben cumplir las mujeres y los hombres.

¿Por qué quedaste afuera de los juegos Panamericanos después de haber viajado al Mundial?

El técnico no me lo dijo en persona, me enteré por otro lado que había sido por una lesión que tuve durante el mundial y como se llevan a dos arqueras en vez de tres como en el mundial llevó a la que estaba 100%.

¿Estás enojada con la forma de tomar decisiones del cuerpo técnico de la Selección?

Me deja un sabor agridulce después de lo vivido en el mundial que fue hermoso y estuvimos muy cerca de clasificar. No me tocó jugar pero Vanina, la arquera titular, está en un nivel increíble y apoyé desde afuera como una más. Tengo esperanza que las cosas se van a resolver pero también la AFA tiene que ir solucionando estas cuestiones en conjunto. Creo que las cosas van a seguir mejorando con el objetivo de proyectar a mejorar de acá a 4 años y pensar en clasificar a otro mundial y a Juegos Olímpicos y pasar de fase, me encantaría ser parte nuevamente.

¿A qué te dedicaste cómo estudiante?

Soy Socióloga. El nombre completo es Licenciatura en Estudios Hispanos, y la Maestría es en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural y actualmente estoy haciendo el Doctorado en Ciencias Sociales y soy becaria doctoral del Conicet.

¿Cómo es analizar el fútbol desde la Sociología y como jugadora de fútbol?

Me parece que el fútbol es súper fructífero para analizarlo, sobre todo en Argentina que tiene mucha influencia en el día a día y en la cultura. Pensándolo desde el fútbol femenino es un desafío a esa norma que estamos acostumbrados en Argentina donde mayormente es jugado por hombres. En el fútbol femenino hay un montón de cosas para analizar y quiero seguir con la tesis de maestría y hay un montón de temas como las representaciones, la influencia de las marcas o la convivencia a partir de la profesionalización. Hay planteles que van a tener menos de la mitad de jugadoras con contrato y las otras sin contrato. El profesionalismo va mucho más allá de tener un contrato, también con las condiciones en que se lleva a la práctica.

¿Cómo surge la idea del libro y cuánto tiempo te demoró?

En realidad es una versión readaptada de mi tesis de Maestría, me llevó desde que arranqué la Maestría en 2015 hasta defenderla en 2019. No tenía en mente publicarla como libro, pero cuando la defendí el jurado dijo que era una tesis muy publicable y que lo recomendaban para publicarla lo antes posible por el contexto en el que estábamos y con el mundial cerca. Al  poco tiempo me contactaron de Capital Intelectual y se dio todo muy rápido para la publicación.

¿Cuándo llegaste al país te topaste con una situación diferente con respecto a la educación?

En Argentina sería importante ligar el deporte al estudio. Lo que viví en EE.UU era eso, todos los colegios tienen ofertas deportivas de todo tipo para fomentarlo y acá me llamó la atención que solamente en los colegios privados tienen mayor oferta deportiva. En Argentina ocurre que el deporte es una causa para dejar de estudiar y en Estados Unidos es todo lo contrario.

¿Cómo es tu situación actual con tu carrera futbolística?

De River pasé a la UAI de Urquiza y estabamos en un buen momento y volvíamos de una Libertadores, pero por cuestiones laborales de mi marido nos fuimos para San Luis, nos encanta como lugar para vivir pero para el fútbol es complicado, tanto para los hombres y para las mujeres. Tuve dificultades para encontrar un lugar para entrenar, empecé jugando en un equipo de mujeres pero terminé siendo más entrenadora que jugadora, y en ese momento estaba buscando mantenerme en nivel para tener mayores posibilidades con la Selección. Después de un año y medio pude conseguir entrenar con el profe de arqueros de Estudiantes de San Luis, Pablo Lazarte. Él me quería abrir las puertas para entrenar e incorporarme con los arqueros de Primera División y encontramos mucha resistencia desde la dirigencia del club, les resultaba imposible imaginar a una mujer en el ámbito de un equipo masculino y tuve que dejar de entrenar. Después pude conocer a otro entrenador de arqueros que tiene una escuela de fútbol y por medio de un dirigente conseguimos una cancha donde entrenar y un día me propuso jugar para su equipo, es un equipo masculino que juega la Liga de San Luis, me ficharon a fin de año  cuando me liberaron de la UAI.

¿No hay infraestructura para una liga de mujeres en San Luis?

Hay, pero el nivel es muy recreativo. Recién ahora en Buenos Aires los clubes empiezan a dar mayor lugar y todavía no llegó a otros lugares del país. Allá no se pagan ni los viáticos para los viajes en transporte.  Actualmente la idea que tiene el DT para que yo juegue es que en el reglamento no se estipula el género, solo que tienen que haber una cantidad de jugadores.

Desde tu llegada al país en 2013 hasta la actualidad ¿Viste cambios positivos?

Creo que los cambios más notables los vi a partir de la  última Copa América. El torneo femenino en AFA empezó en 1991 y hasta 2016 no hicieron ningún cambio y todo el tiempo se sumaban equipos y otros se iban sin ninguna regulación en las condiciones y tampoco había cobertura mediática. En los últimos años se empezaron a transmitir en algunos y a partir de la Copa América se logró mayor visibilidad y eso genera una ola de pasión y ganas de muchas chicas para sumarse a jugar. Y con la profesionalización de la liga da más incentivo para que las mujeres que juegan sigan haciéndolo y se sumen las que están empezando porque ven en la profesionalización una meta a donde llegar.

¿A futuro qué proyectas en tu carrera como becaria del Conicet y como jugadora de fútbol?

 Dentro del Conicet me gustaría presentarme a la Beca Postdoctoral y entrar en la carrera de investigador y dar clases, me gusta mucho la docencia y en el fútbol si es posible jugar otro mundial, pero depende de cuestiones familiares.

¿Ves relación directa entre el movimiento de mujeres en el mundo y el fútbol?

Sí, creo que el movimiento de mujeres fue una pata muy importante en abrir la puerta y hacer que nuestros reclamos tengan más voz. A partir del movimiento se nos empezó a dar un lugar en los medios y esa apertura se debe a los reclamos feministas y la pelea por los derechos y el contexto tiene mucho que ver con lo que pudimos lograr en el fútbol.

Agustín Palmisciano.