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Santiago López Papucci es psicólogo. Trabaja con la Primera División de fútbol profesional masculino de Rosario Central y con la Primera División y categorías formativas de hockey femenino de Duendes Rugby Club. Desde sus comienzos se interesó por la relación entre la psicología y el deporte. En esta charla, analiza el factor social como componente fundamental del deporte, los liderazgos y la importancia de la etapa formativa.
Por: Juan Manuel Ferrera – Globalonet.web
¿Está bien hablar de psicólogos deportivos o son psicólogos trabajando con deportistas?
En primer lugar somos psicólogos, por ende, nos dedicamos a escuchar el malestar y “lo que no funciona”. La función básica es escucha y lectura de la situación. En segundo lugar, en el marco del deporte, existen una serie de teorías y técnicas que son específicas y que construyen un objeto de indagación y una forma de abordaje. La persona o el sujeto en situación deportiva, en contexto deportivo, precisa un abordaje distinto que una persona en otra situación. Allí es donde está el nudo entre la psicología general y la psicología del deporte. Lo que va a orientar el trabajo siempre va a ser el “problema” que construya el deportista. Es decir un problema para un deportista no tiene necesariamente un tinte negativo. Es una estado de situación que quiere
superar o llevar a otro plano. Y esto es tan válido para el atleta que atraviesa un momento de frustración como para el atleta que acaba de terminar una excelente competición y está comenzando a proyectar cómo superarse para la próxima. Lo que siempre hay en común es esta necesidad de de superarse y de encontrar los caminos para lograr ese “más allá” que se anhela.
Me gusta definir lo que hago como psicología en el deporte, me parece más abarcativo y más fidedigno. La psicología del deporte es el conjunto de técnicas y teorías que permiten el abordaje de la persona que realiza actividad física o un deporte en forma competitiva. Pero la realidad es que
tanto en el trabajo individual como grupal nos encontramos con una complejidad mayor, por eso es tan importante la lectura de la situación. Para ello son importantes por ejemplo las teorías de la psicología social o del análisis institucional. Muchas veces nos encontramos ante la situación de que el atleta no ha pedido nuestra ayuda, sino que se le sugiere una consulta o el atleta se ve, sólo o en grupo, frente a nosotros porque un entrenador, una federación o un cuerpo técnico ha decidido que se debe trabajar con un psicólogo. Nadie puede trabajar aspectos psicológicos obligado, sino que debe ser una elección. Está en la capacidad del psicólogo en presentarle a una persona o a un grupo los beneficios posibles que puede dar el trabajo psicológico, pero luego está en manos de los deportistas tomarlo o dejarlo.
¿Cuál es la función primordial de los psicólogos en el deporte?
Se trata de buscar el equilibrio entre bienestar y rendimiento sabiendo que en determinados momentos ese equilibrio se va a romper, sobre todo en momentos sumamente exigentes de la competición. Hay que tener bien claro que esa ruptura forma parte de la elección del deportista. Obviamente no va a demandar de la misma manera el entrenamiento y la competición de un deporte amateur como lo va a hacer el profesionalismo. En ambos contextos la psicología en el deporte atiende diferentes dimensiones de la subjetividad y utiliza diferentes teorías y técnicas para acercarse a las inquietudes que presenten las personas que nos consultan o a quienes asesoramos.
Hay también una labor transversal de importancia para nada menor. Tanto el deporte como la actividad física implican relacionarse con otros. Es muy importante el trabajo de ese vínculo tanto para el atleta en forma individual, como en lo grupal. Construir un equipo o una comunidad deportiva, sea para pelear por un campeonato o para salir a correr es una de las tareas fundamentales del psicólogo en el deporte. Sin los vínculos que podemos desarrollar con otros, sin ordenarlos, leerlos, jerarquizarlos y ofrecerles una posible dirección, es imposible lograr algo.
¿Existe relación entre el coaching y la psicología deportiva?
El coaching es una técnica más dentro del acervo de técnicas que se han desarrollado en el ámbito y la historia de la psicología, por ende quien puede utilizarla es una persona titulada en la disciplina. En las últimas décadas utilizando como denominadores comunes el rendimiento y el éxito, se ha intentado trazar un paralelismo entre deporte y mundo empresarial. De ese entrecruzamiento surgen los “coach” que nos van a “acompañar” a que encontremos nuestra propia llave del éxito. Muchas veces se confunde la labor del psicólogo con la del “coach” y no sólo hay un enorme diferencia en la calidad de trabajo y en el abanico de posibilidades que ofrece la psicología sino que también existe una enorme diferencia de formación ya que un psicólogo entre carrera y especialización precisa estudiar entre 7 y 8 años para ejercer su profesión mientras que un “Coach” pretende hacerlo con una formación de entre 6 meses y 1 o 2 años. Es un tema largo ya que también existe un entramado de leyes e instituciones que regulan las prácticas profesionales y otras aristas complejas.
¿Hay deportes más difíciles de afrontar desde lo psicológico o la problemática de cada deporte está relacionada con su contexto particular?
Las demandas psicológicas de un deporte se dan en diferentes dimensiones. Los “fenómenos psicológicos” pueden ser ordenados y delimitados no sólo por diferentes teorías, sino también por exigencias mismas de las disciplinas deportivas, como lo es un reglamento, la táctica de un equipo o un atleta individual o el juego del rival. A su vez, el deporte se da en un contexto social e institucional. No es lo mismo la presión que siente un futbolista profesional que se desempeña en primera división de AFA que la que siente una jugadora de hockey en un torneo de Primera de la Asociación de Hockey del Litoral.
Otra dimensión a tener en cuenta es la realidad institucional del club donde se realiza la actividad. La idiosincrasia de la institución, de sus socios, la dirigencia y el proyecto que determinado club despliega para ese deporte, con la composición de un cuerpo técnico y el vestuario. No sólo es necesario conocer lo específico del deporte en sí como puede ser el reglamento, las respuestas tácticas, la preparación física, el vocabulario, los códigos, sino también lo que rodea al deportista y a los profesionales abocados a el o los deportistas y al cuerpo técnico o entrenadores.
¿La psicología ya se ha instalado plenamente en el deporte profesional o aún existe resistencia?
En el deporte profesional la utilización del psicólogo y la psicología como recursos para el entrenamiento dependen mucho del deporte en cuestión, de los cuerpos técnicos y entrenadores, de los directivos y de los deportistas. Por ejemplo, en tenis hoy es imposible competir en el alto nivel sin trabajo psicológico. Esto está aceptado por deportistas, entrenadores y dirigentes. En otros deportes es relativo. Lo que sí puedo afirmar es que cada vez más se le presta atención y se la jerarquiza más.
Hay cuatro dificultades que enfrenta la psicología en el deporte hoy en día. La ignorancia que existe sobre ella. La forma de expresión de los resultados de una intervención y de un trabajo psicológico. Los prejuicios que históricamente existen sobre la psicología y que obviamente se aplican a la psicología en el campo del deporte y por último, el intrusismo profesional que va desde la “brujería” pasando por los “coach” y llegando hasta las actuales pretensiones científicas de las “neurociencias”. Saludo la iniciativa de las neurociencias, pero siempre y cuando no se sostengan desde un “cerebrocentrismo” absurdo y puedan incorporar en su debido lugar los aportes de la filosofía y la psicología, o al menos reconocer su herencia. Aún le falta mucho como disciplina que pretenda englobar o unificar saberes de distintas teorías.
¿Cómo puede ayudar la psicología en las instancias formativas de un deportista?
El trabajo psicológico en instancias formativas es fundamental para comenzar a reconocer cómo funciona el psiquismo humano, diferenciar emociones, ubicar pensamientos, aprender a lidiar con la frustración, darle otro sentido al error, vivenciar el componente placentero y lúdico que posee el movimiento, afrontar situaciones estresantes y obstáculos en las expectativas de los niños y jóvenes, aprender a relacionarnos con otros, ponernos de acuerdo utilizando la palabra, desarrollar la consideración por el otro, aprender de la diferencia, trasmitir valores, aprender a construir algo más grande que uno, transformar las aspiraciones personales en el combustible de un equipo, aprender a esperar la maduración de un proceso, comenzar a entrenar habilidades mentales luego de reconocer cómo funcionan en cada uno. Lo podemos resumir en comenzar a conocerse a uno mismo, desarrollar un autoconcepto y comenzar a conocerse en relación con otros. El deporte es un medio fundamental para esto porque crea un universo de reglas que trascienden las personas implicadas y permiten regular sus relaciones para consigo mismo y para con otros a través de situaciones lúdicas.
¿Es posible que al resolver cuestiones personales de un deportista se atente negativamente contra el desenvolvimiento deportivo?
La práctica deportiva se da en el contexto de una vida. Esa práctica deportiva puede ocupar mayor o menor “espacio” o “energía” para esa vida particular. Al trabajar algunas cuestiones personales se va a demandar determinada carga de energía psíquica y por ende, determinada carga emocional. Entonces es posible que un atleta se desenfoque de su disciplina porque quizás una cuestión personal cobra más relevancia. Una cuestión personal de por sí va a afectar la subjetividad de un atleta, y debido a su importancia podrá afectar o no su rendimiento. Luego sí corresponde al psicólogo realizar una lectura de esa situación y considerar si es momento o no de sugerir que se trabaje sobre la misma. No existe la salud, existen tantas saludes como personas. Da lo mismo el amateurismo y el profesionalismo, siempre hay que tener la postura ética de saber que quien toma las decisiones, incluso a favor o en detrimento de su rendimiento, es el deportista.

¿La presión por el resultado es el problema más común para los deportistas de alta competencia? ¿Cómo es el trabajo cuando las exigencias externas son perjudiciales para los protagonistas?
Estamos en una sociedad que supone que el éxito es el mismo para todos, y la realidad es que el “éxito” es distinto para todos. Por eso no hay que confundir niveles, es decir, no es lo mismo “ser el mejor” que “hacer lo mejor posible”. La realidad es que sólo unos pocos pueden aspirar a ser el mejor o los mejores en la disciplina en la que se compita. Por lo tanto suelen establecer objetivos realistas y que tienen que ver con sus posibilidades actuales y con los desempeños que se quieren alcanzar a futuro. Por eso los deportistas de alto rendimiento saben que “hacerlo lo mejor posible cada vez” los acerca a la excelencia personal y muchas veces a competir por un campeonato, un título, una copa o una medalla, sea en la disciplina que sea. Hay que saber distinguir entre una fantasía y una posibilidad real.
La “presión” es la exposición del sujeto deportista a estresores. El resultado puede o no ser un estresor y eso va a depender de la construcción de sentido de un deportista al respecto. Generalmente fuente de estrés no es el resultado, sino lo que se asocia al mismo, por ejemplo “salir campeón” para un jugador puede significar sentirse el mejor y para el otro, darle una satisfacción a una persona especial. Ganar un partido puede representar para un técnico la continuidad en su cargo y para un jugador puede ser un escalón más en su carrera profesional que tenga por consecuencia la posibilidad de una venta y un mejor salario. El rol del psicólogo en este punto, consiste en trabajar sobre los objetivos que tiene el deportista, las formas de alcanzarlos por medio de un plan con instancias a corto, largo y mediano plazo, la elaboración de las significaciones que posee la competencia, la derrota, el fracaso o la victoria y el éxito, la importancia asignada a una competición o a un entrenamiento, el sentido que se le da a los aciertos y a los errores, pero sobre todo a la búsqueda de los motivos individuales y colectivos de los resultados esperados y por ende, el esfuerzo invertido.
¿Sentís presión por el resultado deportivo?
El psicólogo no deja de ser persona y naturalmente tiene sus emociones a flor de piel. Obviamente utiliza para sí las técnicas que propone al deportista y además se sigue formando y supervisando su práctica. Estar trabajando en un entorno de rendimiento requiere que las emociones se puedan manejar y tener claridad para pensar, sobre todo las veces que se hace necesario intervenir en plena competencia. Otros momentos cruciales para los que hay que estar preparado son para los momentos inmediatos de pre y pos competencia. Regular el nivel de expectativa y de demanda que puede sentir un deportista antes de competir es crucial, es muy importante centrarlo siempre en lo que ha sido el plan de competición, en su función, sus roles, en definitiva, alejar su atención de estímulos que en ese momento no son importantes porque lo crucial es centrarse en la competencia, por él y para él. Para eso es muy importante que el psicólogo esté “centrado” en lo que debe hacer. El momento de pos-competencia también es muy importante, ya que es cuando se evalúa el desempeño propio. En ese momento también pueden surgir factores que nos distraigan y que no nos permitan evaluar según los parámetros que en el trabajo previo hemos considerado pertinentes.
Soy muy autocrítico cuando en competencia me doy cuenta de que no pude leer a tiempo determinada situación que en ese preciso momento se me está haciendo evidente.
Son los deportistas quienes hacen carne nuestras sugerencias y señalamientos, ellos materializan el trabajo psicológico en acciones y decisiones, nosotros nunca decimos lo que hay que hacer, mucho menos ordenamos, eso lo deciden los atletas y los cuerpos técnicos. Es algo que hay que tener muy en claro. Lo importante también para el psicólogo, es hacerlo lo mejor posible. En competencia se ponen en juego mucho de lo propio, pero hay que saber que el “partido propio” ya está jugado.
¿A qué niveles puede llegar la ayuda psicológica con respecto a la toma de decisiones netamente deportivas?
La ayuda puede ser considerada una parte de la psicología, pero antes de que algún atleta precise ayuda, hay muchas labores que un psicólogo puede desarrollar. La principal es la lectura de las demandas psicológicas del deporte y cómo puede aportar a entrenar los recursos necesarios para afrontar esas demandas. La toma de decisión se basa en una serie de variables. El nivel de activación del deportista tiene como base la motivación. Si no hay dudas en la ejecución estamos hablando de un gran nivel de confianza, con lo que podemos hablar de “flow”. En este estado el atleta siente que “flota”, que el tiempo pasa muy rápido, que no existe nada más que lo que está haciendo. No hay pensamientos y, paradójicamente, tomar conciencia de ese estado implica salir del mismo. Se trata de estar plenamente sumergido en las tareas que se están llevando a cabo. Una buena toma de decisión requiere de que todos mis recursos mentales estén volcados a la actividad deportiva debido a la exigencia de la misma, si estoy pensando en otra cosa va a ser muy difícil tomar buenas decisiones.
¿Se trabaja de manera distinta en los deportes individuales y en los de equipo? ¿Cómo se equilibran los objetivos de un grupo con los diferentes objetivos individuales?
Los deportes de equipo suman la complejidad de sincronizar individualidades. El trabajo posee una dimensión individual y una dimensión colectiva que no implica necesariamente las actividades grupales, sino que apuntan al trabajo de la cohesión, la explicitación de roles y su aceptación, la dirección del esfuerzo grupal, los objetivos colectivos, al trabajo sobre la comunicación y sus formas, y a las relaciones entre los miembros del equipo.
Toda carrera deportiva es individual, pero precisa del otro para potenciarse, sea una disciplina individual o sea un deporte colectivo. Si es individual, el equipo es el deportista, su entrenador y los profesionales que acompañan. Si es colectivo, lo único que cambia que es que hay más deportistas y generalmente un cuerpo técnico más numeroso.
Distinta es la situación en las categorías formativas. Allí todos tienen la misma edad y lo importante es trabajar mucho lo que llamamos la cohesión social por sobre la cohesión de tarea. Es decir, en lo primero que nos tenemos que enfocar es en que exista un buen clima y buenas relaciones entre los jugadores, esto suele ser un desafío ya que rara vez puede existir relaciones que funcionen 100% en un grupo de personas. Se vuelve muy importante que aprendamos a decirnos las cosas y a escucharnos. Lo importante es qué objetivos se establecen, el nivel de compromiso que están dispuestos los miembros a invertir, el esfuerzo y las renuncias que están dispuestos a asumir. Eso se da por cohesión “de tarea”, allí la idea es que seamos todos iguales en términos de esfuerzo, sacrificio, convicción. Van a existir diferencias individuales en las capacidades de cada uno, pero lo importante es la actitud que se genera desde el grupo y cómo se direcciona hacia un objetivo colectivo.
¿Creés que dentro de los planteles deportivos existen lideres? ¿Los identificás y actuás de manera diferenciada con ellos?
Siempre hay líderes, son los depositarios de los ideales del grupo. Son aquellos que poseen un rasgo que otros admiran y desearían poseer. Suele haber líderes estables y líderes situacionales, es decir, que emergen de las situaciones y se colocan una serie de decisiones y procesos al hombro. Hay que tener cuidado con el hecho de que no es lo mismo un líder que una persona que le toca ocupar un lugar de liderazgo. Un líder es un líder porque tiene seguidores y quien está en un lugar de liderazgo puede tener gente que deba seguirlo por el lugar que ocupa y no porque elija seguirlo. Los líderes pueden ser calmos o más sanguíneos, silenciosos o ruidosos, pero tienen además otra característica específica, inspiran, construyen algo. El miedo no inspira liderazgo, por eso no hay que confundir miedo con respeto, esta última característica es propia del líder.
Es sumamente importante reconocer los liderazgos y los lugares que ocupan esos liderazgos. La dinámica del plantel, de cada grupo y del equipo están directamente relacionadas y condicionadas por las vicisitudes del vestuario. Algunas son evidentes y manifiestas y otras se pueden deducir. Es fundamental identificar los líderes en estas cuatro formas de agruparse de los deportistas. Ubicar los líderes en el plantel, en el equipo, en los subgrupos y en el vestuario. Algunas veces serán los mismos, otras veces irán variando. Yo les llamo referentes. Hay jugadores que son referentes para sus compañeros y además son líderes en diferentes contextos y situaciones. Puede ser que exista un líder en el vestuario que no le toque jugar y surjan líderes del equipo en el campo de juego. Es crucial sostener una buena relación con ellos, tenerlos al tanto de algunas lecturas grupales e individuales, acompañarlos a pensar los problemas a los que se enfrenta un equipo, enriquecer su perspectiva, escucharlos, tenerlos como aliados en determinados procesos que vamos leyendo o ser aliados de ellos si precisan que podemos servir para ordenar algunas situaciones.
En deporte formativo también existen estas características pero en estado embrionario. Es muy importante acompañar a los jóvenes que vamos detectando como líderes potenciales. El líder tiene poder y debe saber como usarlo. Ese poder puede sobrepasarlo y convertirlo en un pequeño dictador o ese mismo poder puede convertirlo en una persona envidiada.
Ante situaciones de presión extrema algunos creen que el deportista debe pensar lo menos posible y actuar instintivamente. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Si dejamos un momento por fuera al “pensamiento”, nos encontramos que el cuerpo a través del movimiento va creado conexiones cerebrales, sinapsis, que configuran nuevos movimientos y consolidan los ya adquiridos. El término para este fenómeno es el de aprendizaje. Éste último debe desarrollarse en un marco emocional adecuado y para ello es fundamental el aporte de la psicología. El atleta nunca deja de aprender, tanto en entrenamiento como en competición, la diferencia radicará en la importancia que le otorgue a este proceso. El aprendizaje cuando está consolidad es automático, es decir, no precisa ser pensado, toma otros caminos cerebrales más rápidos y más económicos. Cuando queremos pensar un movimiento, es probable que lo hagamos mal.
Lo ideal es buscar ese estado de “flow”. En ese estado no se piensa sobre la ejecución, se piensa sobre lo inmediato. Igualmente, si no tenemos un plan que contemple las variables globales y específicas del rendimiento mental como persona única e irrepetible en el marco de la actividad deportiva, es muy probable que nuestra performance se desordene a merced de niveles altísimos de estrés. Ahí sí podemos decir que lo que se conoce popularmente como presión nos puede aplastar.
Una de las frases más trilladas del deporte debe ser: “este partido es de vida o muerte”. ¿Cómo se planta la psicología ante este tipo de cuestiones?
La atención debe fijarse en otros condicionantes más pertinentes que la vida y la muerte, ya que estas últimas son en lenguaje figurado, es decir, no existen como situación posible en una contienda deportiva. Pueden utilizarse para darle un color emocional a la contienda, como recurso metafórico y folclórico. Jamás se puede preparar una competencia en base a ese tipo de frases.
En el profesionalismo se usan muchas veces estas frases de la boca para afuera, pero en el seno del grupo y la preparación, la performance la sostienen otros pilares. El estrés que va a generar una competición se enfrenta con planificación, no con frases condicionantes. Y esto vale tanto para profesionalismo y amateurismo, tanto en niveles formativos como en primeras divisiones.
Juan Manuel Ferrera.