¿Por qué no nos gusta el básquet?

Juro que me cuesta entender como no nos quedamos mirando un deporte donde hay goles cada 24 segundos o menos. Ah, pero eso sí, nos emocionamos con un cero a cero que tuvo varias llegadas y un tiro en el travesaño. ¿Será que darnos tantos goles, o tantos como le dicen los que saben, nos engolosina hasta perder el interés?

Gracias a Juan Ferrera, Juan Manuel Pérez Dadone, Hassel Roht, Iván Ialuner y Alejandro Fragapane por compartir conmigo su amor por este deporte e inspirarme para escribirlo.

Por: @Ezequiel_olasagasti@Globalonet.web


Mientras espero el tren escuchó gritos detrás mío. Veo una cancha de básquet del otro lado de las rejas del andén, con un grupo de chicos jugando un partido. Pasa lo de siempre, me quedo mirando. Como cuando paso por un canal de deportes y hay un partido de básquet, me quedo mirando. Y escucho ese ruido agudo que hacen con los pies que jamás de los jamases me va a salir, no importa las zapatillas que tenga ni como las arrastre. Me surge, como siempre, la misma pregunta ¿por qué me gusta el básquet si no me gusta?

Viene el tren y, después de acomodarme en un asiento de esos que sentís que vas marcha atrás, me pongo a pensar. No saco los auriculares, tampoco un libro. Quiero pensar en el básquet, en por que no nos gusta si en realidad nos gusta tanto. Ya hablo a nivel general. Porque me juego cualquier cosa a que si pregunto a todos los que están en este vagón, la gran mayoría me diría que no saben nada del deporte.

Pero no podemos decir que nos pasa por al lado. Cada vez que tenemos un papel en la mano y un tacho de basura a una distancia apropiada, todos nos convertimos en tiradores de tres. No tiramos el bollo de papel así nomas. No, nos ponemos en posición, doblamos el codo y lo dejamos salir como una catapulta. Si erramos, lo levantamos y volvemos a intentarlo. Dos, tres, cuatro veces hasta que entre. “Buena Jordan”, te dice alguien que tengas cerca si embocas a la primera. Buena Jordan, Ginóbili, Curry. Depende el nivel de conocimiento que tenga esa persona. Y ¿Por qué no conocemos más? Porque sé quién es el “Indio” Bazán Vera pero no se quien es, por ejemplo, uno que me nombraron el otro día. Un tal Irving.

Me pongo a pensar, y creo que nos gusta el básquet, pero nos da miedo. Porque somos ignorantes de el en muchos aspectos y eso nos limita. Y también porque nunca vamos a admitir que no sabemos de algo. Preferimos decir que no nos gusta. Pero siempre que tengas un aro cerca vas a tirarle algo. Una pelota de fútbol, de vóley, una pulpo de goma, un bollo de papel, lo que sea. Te va a gustar si la pelota gira en el aro y genera cierto suspenso antes de entrar. Ese suspenso de las películas. Nos encanta ver las películas donde todo se resuelve en el último segundo. Donde hay un triple final para ganar el partido solo por un punto. Nunca hay una película que termine con el partido 112 a 93. No estamos para ver todo el partido. No nos permitimos aprender a disfrutar los tapones, las asistencias y hasta las cortinas. Pasa que somos ansiosos y no podemos ponernos a practicar algo con lo que no nacimos. Queremos conocerlo ya. Cuando vimos «Karate kid» todos queríamos saber karate, hasta que hubo que entrenar, cuando vimos «Space jam», todos queríamos ser basquetbolista hasta que… bueno ya entienden. Creo que por esto que solo hacemos lo que conocemos del básquet, lo que no requiere esfuerzo. Ponemos el aro en la pared del fondo a una altura de metro ochenta. Decimos que es para que nuestro hijo, sobrino, primito o el nene al que queramos usar de excusa. Pero, la verdad, solo lo hacemos para poder clavarla sin esfuerzo. Porque nos encantan las clavadas pero no queremos aprender a hacerlas en un aro de altura profesional. Eso es para gente de dos metros. Encima las hacemos mal, en un partido nos cobrarían tres infracciones antes de llegar al tablero. Pero bueno, en el fondo de casa nadie nos ve.

Pasa que es muy difícil ganarle al fútbol acá. Ojo, yo lo amo pero admito que tiene ventaja. Nacemos jugando, nos ponen una pelota de fútbol antes de empezar a caminar. Un arco se hace con dos mochilas en una plaza mientras que un aro de básquet se lo tenías que pedir a papa Noel o a los reyes magos. Hay más canchas de fútbol en los barrios que calles asfaltadas. Las reglas también son fáciles. La pelota en el arco contrario, si pegás es falta, y no tocarla con la mano. Y si es un partido con amigos ni reglas hay. Tal vez, nos molesta del básquet ese desconocimiento reglamentario, no poder putear a un árbitro durante el partido. No le podemos gritar “¿Qué cobraste? forro”, porque, en definitiva, no sabemos que cobró. Apenas si conocemos lo que es el doble pique o caminar con la pelota. Faltas que, obviamente, no se cometen en ningún partido. Tal vez, nos da un poco de bronca no poder gritar “eh doble driblin juez», como le gritamos “eh orsai», al línea de un partido de fútbol.

Juro que me cuesta entender como no nos quedamos mirando un deporte donde hay goles cada 24 segundos o menos. Ah, pero eso sí, nos emocionamos con un cero a cero que tuvo varias llegadas y un tiro en el travesaño. ¿Será que darnos tantos goles, o tantos como le dicen los que saben, nos engolosina hasta perder el interés? Como un flaco histérico al que la mina le habla primero.

Mientras el tren pasa la estación de Villa Luro y, como siempre, no sube ni baja nadie, pienso que lindo sería jugar al básquet. Y me pregunto ¿Por qué no jugamos más? Bueno, primero que nada, suerte tratando de armar un equipo. Si te cuesta juntar diez para un fulbito imagínate diez para un basquecito. Encima que no vas a conseguir cancha fácilmente. Además, no es como el fútbol. No da jugar si no sabes. En el picado con amigos no importa lo malo que es uno, al menos estorbas o metés un gol de pescador o atajás si no hay otro que quiera. Te van a decir que sos malo pero ni te jode. Pero en el básquet no se puede. Si se te escapa la pelota tratando de picarla no servís para nada. Me imagino queriendo pasarla por entre las piernas y pegándome en un huevo. Encima hay que correr. En el fútbol que corran los malos, que a vos te la den al pie. Pero en el básquet todos corren todo el tiempo. No podés quedarte festejando un tanto porque en menos de un segundo ya están avanzando hacia tu aro. Es ir y venir todo el tiempo. Ahí sí que no va la de “Me quedo arriba pescando para la contra”. Sos defensor aunque seas Jordan o ese Irving que me dijeron el otro día.

Yo que sé. Tal vez me tengo que conformar con ver “Las diez mejores jugadas de la NBA”, cuando me la ofrece el algoritmo de YouTube y seguir llevando a mi sobrino a la plaza para tener la excusa de tirarle con la pelota de goma al aro de la canchita. A menos que haya pibes jugando, porque si me llegan a invitar seguro me pego un pelotazo en los huevos haciendo lo de pasar la pelota entre las piernas como ese Irving. Kyrie, Kyrie Irving se llamaba, ahí me acordé.