“Si no es la máxima expresión de la humanidad mostrando su excelencia es difícil encontrar algo comparable”, dice sobre los Juegos Olímpicos quien en 1988 ganó la medalla de bronce en Seúl 88 con el vóley masculino. Después de 33 años la selección nacional volvió a subirse al podio de la disciplina después de vencer por el mismo resultado al mismo rival: Brasil.
De extensa trayectoria en el vóley, Jon Uriarte fue parte de la primera generación que pudo jugar en el exterior, y lo hizo en diferentes países como Francia, Italia y Países Bajos. Tras su retiro, fue entrenador del seleccionado en el Mundial de Japón 2006 y dos ciclos con la Selección de Australia en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Londres 2012. Hoy, con 59 años, Uriarte sigue ligado al deporte y también a la política, a partir de la necesidad de crear un proyecto integral y renovador.
Por: @Agustinpalmis – @Globalonet.web

En la década de los 80s el vóley argentino vivió uno de sus puntos más alto a nivel resultados. Jon Uriarte fue parte del equipo que obtuvo el tercer puesto en el campeonato mundial de 1982, el diploma olímpico en Los Ángeles 1984 y la medalla en los juegos de Corea, en 1988. Al momento de evaluar la cuestión deportiva y hablar de los resultados advierte: “La vocación del alto rendimiento es para cierto perfil psicológico del ser humano. Donde el deseo de exprimirse al máximo es una elección muy particular”.
El deportista de alto rendimiento, debe entrenarse de manera constante y estar preparado para dar lo mejor de sí en cada torneo que disputa, y los Juegos Olímpicos, son la prueba máxima de este tipo de cuestiones que, no solo abarcan lo deportivo, sino también lo mental. Uriarte lo define como una elección de vida, y agrega: “No se trata solo de un fortalecimiento físico sino de toda la persona, y que pueda colocar en un lugar saludable todo lo que se coloca en este marco del alto rendimiento”.

El seleccionado de vóley masculino logró algo diferente en los Juegos de la capital japonesa, y fue transmitir empatía con la gente, donde fueron tendencia en redes sociales a partir de un altísimo rendimiento. Antes de este logro, Uriarte consideró entre risas a la medalla de Seúl 88 como “gardeleana”, porque cada día juega mejor.
Pero más allá de los logros del deporte en conjunto, también fue tendencia en las redes la cuestión negativa: las críticas a los atletas y la falta de medallas. En ese sentido Jon Uriarte, cuenta su visión del tema.

¿Cómo evalúas la actualidad del deporte en el país?
Creo que el tema de los Juegos siempre es muy delicado para la Argentina. Por un lado, nos genera todo el entusiasmo y la admiración a partir de lo que son los Juegos Olímpicos en todo el mundo. Pero por otro lado expone nuestras fragilidades en el sistema deportivo, que son muchísimas, donde aparece cierta contradicción porque el deporte tiene un lugar importante en la cultura argentina, pero eso no está plasmado en la calidad de las estructuras. Argentina tiene una estructura a partir de necesidades que se resuelven sin ningún esquema de organización. Hay cosas que se hacen mejor y otras peor. Hay superposiciones y agujeros negros que conforman una vieja cuenta pendiente en nuestro país. Es necesario un sistema nacional donde cada etapa del proceso deportivo encuentre su lugar. El alto rendimiento tiene una trampa. Se vende como la expresión máxima del deporte, que está muy bien y es un gran espectáculo, pero es un nicho para una cantidad de personas con un perfil muy particular. Es una trampa decir que el alto rendimiento es una autopista a la felicidad. Vimos muchas situaciones complejas aun en las máximas estrellas y de cómo lidiar con el sistema de intereses que se concentran a partir del deporte de alto rendimiento con el deporte convertido en espectáculo. Aun así, todos los seres humanos tenemos derecho de acceder al deporte, de jugar, de movernos, de socializar y compartir. Lo ideal es poder crear un sistema donde se potencien las sinergias que el deporte puede promover desde lo social, donde cada uno pueda ocupar el lugar que le quede mejor y a dónde quiere ir y si eventualmente quiere evolucionar dentro del sistema, puede hacerlo a partir de ese sendero.
¿Estamos muy lejos de tener un plan integral?
Yo creo que cada cuatro años pasamos por un mes que tiene esta característica donde muchos entrenadores destacados y atletas muy capaces se les pregunta por el tema y hacen un diagnóstico de lo que se necesita. Si los reunís a todos rápidamente encontrarían un consenso. La dificultad está en pasar de estos diagnósticos a lo que necesitamos y en ese sentido tenemos un problema grande, donde el deporte está muy atravesado por diferentes temas. Por un lado, perdura aquel fantasma de aquel dicho de no mezclar el deporte con la política. Ahí hay un contenido ideológico muy fuerte que genera el efecto de una postura neoliberal de la vida donde el mensaje es no te metas en eso porque hay muchos que están muy cómodos. Ese lugar les funciona muy bien. Reproducir ese mensaje neoliberal y meritócrata tiene un montón de trampas, donde es muy evidente que no se trata de oportunidades equitativas para todas las personas sino de otras cosas. La desigualdad de oportunidades es flagrante. Por ahí es un tema.
Estuviste ligado a la política y en la llegada de Alberto Fernández a la presidencia tu nombre sonó como uno de los posibles candidatos para ser el Ministro de Deportes. ¿Cómo estás hoy con la política?
Empecé a meterme en la política cuando Macri y Larreta quisieron vender el Cenard, algo que entendí como una barbaridad y un contrasentido, porque al mismo tiempo se organizaban los Juegos de la Juventud. Ahí decidí que era tiempo de devolver algo de lo mucho que recibí de mi patria y participar del movimiento deportivo para tratar de aportar alguna experiencia. Es indispensable que el deporte se implique con la política. El problema no es la política, no podemos esperar a que la política venga a hacer lo que nosotros pretendemos, tenemos que ir nosotros a explicarle a la política los beneficios de las ideas que tenemos para enriquecer a la comunidad, aún en la contienda política.
A veces causa gracia pensar que el capitalismo se apropió del deporte para vender la marca de una gaseosa que hace mal, y que consigue que una persona con sobrepeso que vive en Formosa, Neuquén o Gran Buenos Aires, la tome. Eso es impresionante. En cambio, no lo usamos nosotros para promover los valores que queremos. Hay que tomar el desafío desde el deporte y lamentándonos, y competir en la política como otra cancha donde hay que jugar.

Para Argentina, el deporte en equipos es uno de los puntos altos al momento de rendimientos. Y en Tokio 2020+1, la disciplina femenina también dijo presente. Aunque sin lograr un pasaje a la segunda ronda del torneo, el crecimiento de las Panteras viene en aumento, y Uriarte explica que haber conseguido estar en dos citas olímpicas seguidas fue un paso muy importante pero lo que viene es más complejo: “Hay jugadoras muy buenas que están en Europa y Brasil. También tiene que crecer la Liga Nacional y ver como se reconstruye después de la pandemia”, y agrega que el plan sostenido en el tiempo va a ser fundamental para el vóley femenino.
Uriarte fue compañero de equipo de Hugo Conte, padre de Facundo, que lideró a la selección argentina a conseguir la medalla en Tokio. Un equipo conformado por jugadores con experiencia y mucha juventud, que mostró estar a la altura del certamen y garantizan un futuro prometedor: “Fue un grupo muy competitivo, y en ese nivel la capacidad de estar clarividente en los momentos claves fue fundamental”, concluye.
Agustín Palmisciano.
