Mientras el temor crece debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, los diferentes gobiernos de todo el mundo toman medidas con la intención de frenar la escalada de violencia. El deporte es uno de los ámbitos que mayores medidas tomó desde el inicio de los ataques, y más allá de las prohibiciones y la cancelación, la doble vara de castigos y omisiones toma el centro de la escena.
Por: @Agustinpalmis – @Globalonet.web

El 16 de febrero al club de fútbol hatiano Calavy, lo descalificaron del torneo más importante de Centroamerica y Norteamérica: La Concachampions. El motivo fue no contar con la VISA que le permitiera el ingreso a Estados Unidos de sus jugadores, y así disputar los octavos de final frente a New England Revolutions. Esta situación no fue señalada por la FIFA, y el club del país más pobre de América no pudo competir frente a su par del más rico. Mientras tanto, la máxima autoridad del fútbol, Gianni Infantino, busca trasladar la sede de Zurich a Estados Unidos, una intención que ya le fue expresada al ex presidente Donald Trump.
El primer fin de semana de marzo el fútbol mexicano fue centro de la escena por una batalla campal entre barras del Querétaro y Atlas. Allí, la policía no intervino y se desconoce hasta el momento la cantidad de muertos en el enfrentamiento. Tanto México como Estados Unidos –junto a Canadá- son los organizadores del mundial 2026.

En un terreno aún más hostil como es la guerra, Rusia y Ucrania es la noticia más buscada, leída y abarcada por los medios de comunicación. En ese sentido, la política internacional no logra encontrar un posicionamiento claro por temor a una escalada aun mayor del conflicto. Pero el deporte sí.
La mayor parte de las disciplinas se pronunciaron y tomaron medidas frente a Rusia. Una de las primeras fue la Formúla 1, que suele esquivar los conflictos geopolíticos con el objetivo de preservar sus circuitos, pero esta vez, la posición de los pilotos se hizo valer y solicitaron a la FIA no competir en el Gran Premio de Sochi, pedido que finalmente fue aceptado.
En 2022 el vóley tiene su máximo torneo, el mundial con sede en Rusia. Finalmente, la FIVB, resolvió sacarle la localía al gigante euroasiático y aun no se confirmó al nuevo organizador. También se sumó el rugby, atletismo, básquet y boxeo.
En el fútbol, los clubes rusos pueden jugar sus partidos, pero no pueden hacerlo en su propio país. Mientras que en Inglaterra, el Manchester United, canceló su contrato con Aeroflot, empresa áerea de aquel país. Román Abramovich, dueño del Chelsea, miembro del partido de Vladimir Putin y accionista de Gazprom, anunció su salida del club londinense tras 14 años. Esta medida fue respaldada por el arco político inglés y fue tema de debate en la Cámara de los Comunes. Es por eso que la organización de la Premier League se movió de manera rápida y con una determinación de hierro. Pero ante otras situaciones hicieron caso omiso, como en la compra del Newcastle United en 2021 por 320 millones de euros por parte del Fondo de inversión pública de Arabia Sudita, dirigido por Mohammed bin Salman, príncipe heredero del trono de un país que todas las semanas invade Yemen.

La UEFA, rompió el contrato de sponsor en la Champions League con Gazprom, la empresa de gas que abastece al 40% de Europa, y mudará la final de este año a Francia, cuando estaba pautada en San Petersburgo.
El tenis es otro de los casos, donde Daniil Medvedev puede coronarse como número 1 del mundo, pero la ATP busca prohibirle al ruso llegar a la cima del ránking debido al conflicto en su país. Las decisiones gubernamentales parecen recalar de manera directa en el deporte más que en la política. En muchos casos los deportistas se ven perjudicados por las decisiones. Estas situaciones, además, exponen una determinación que pareciera especulativa, donde a unos se les prohíbe, cancelan o perjudican, y a otros no.
El conflicto europeo parece tener mayor importancia por una cuestión geopolítica y de cercanía, ya que en otros países los bombardeos y la aniquilación de población civil no parece interesar.
Rusia viene siendo central en el deporte desde el mundial 2018, donde se lo catalogó como el mejor mundial de la historia. Aquel país, fue el mismo que desde la política fomentó el dopaje a deportistas nacionales con el objetivo de ganar medallas. Pero cuando el Comité Olímpico Internacional se pronunció y la justicia actuó, no les prohibieron participar, sino competir bajo el lema de “ROC”, Comité Olímpico Ruso. El show siempre debe continuar.
Agustín Palmisciano.
