No es novedad que YouTube es un portal que te lleva a través del tiempo y el espacio sin que te des cuenta. Es curioso como uno empieza mirando un tutorial para arreglar la puerta de la mesada y termina, como terminé yo, mirando a Bonadeo. Una cosa llevó a la otra supongo. Cuando menos me lo imaginé estaba mirando “25”, el programa que Gonzalo conducía en TyC Sport. Salía Bonadeo diciendo que en el programa de esa fecha (vaya a saber cual era) iban a ver los 25 mejores partidos de Bochini, los 25 mejores rebotes en el tablero, los 25 mejores saltos con garrocha. Si de algo no se le puede acusar al producto es de hablar siempre de lo mismo.
Por: @Ezequiel.Olasagasti – @Globalonet.web

Pero hay algo que me llamo la atención. No era de él, pero me llamó la atención él. Vi alguien que se reía, que se divertía. Alguien que, en un top de veinticinco momentos graciosos, tuvieron que poner un mini bloque entero de él, mezclando diferentes actuaciones. Alguien que jugaba como jugaríamos nosotros en la play, que no se tomaba todo tan en serio. El capítulo era “25 momentos divertidos del tenis” o algo así ¿Importa? Lo importante es el nombre que me quedó y me llevó a investigar. Conocí un jugador que se llama “Yannick Noah”.
Me sacó una carcajada. No pude concentrarme en sí tenía un buen revés a dos manos, si tenía un buen saque o cosas similares. Solo me concentre en lo que hacía en la cancha y, muchas veces, relacionada más con la performance que con el juego.
Esto me llevó a caminar por los otros hilos de las redes de este enjambre interconectado que es la información. DeYouTube, pasé a Google, de ahí a Wikipedia y hasta pasé por Spotify. Pero vamos por partes.

Yannick Noah nació en Sedan, Francia, el 18 de mayo de 1960. Francés de casualidad por trabajo del padre, ya que es hijo del futbolista camerunés Zacharie Noah, que por esos años jugaba como defensor en el club Sportif Sedan Ardennes. Como la que le pasó a Gonzalo Huguaín. Yannick se quedó con la nacionalidad del país que lo vio nacer y representó a Francia en el ATP como uno de los jugadores top de la década de los ’80. Porque, aunque viva en el imaginario popular por su histrionismo, Noah fue un eximio deportista.
Ganar un Gran Slam no es para cualquiera, solo un grupo selecto puede pavonear esos laureles por ahí. Yannick Noah puede presumir aún más, ya que el Roland Garros que le ganó en1983 a Mats Wilander, fue el último ganado por un francés. Último ganado con una raqueta de madera también, por si quieren impresionar con este datazo en una cena. Tal como pasa con el abierto de Wimbledon para los ingleses, es menester para los franceses que su torneo más representativo sea ganado por un nativo. Antes de Noah, el último francés que se coronó campeón del torneo fue Marcel Bernard en 1946, luego de los 5 años que la competición estuvo suspendida por la segunda guerra mundial. De este modo, el bueno de Yannick se ganó el amor de todo un país tradicionalmente colonizador. Una potencia esclavista aplaudía al hijo de un inmigrante africano mientras se abrazaba con su padre con la bandera de Camerún firme en su muñequera.

Y se ve que eso de recuperar trofeos que Francia no ganaba se le daba bien a Noah. En 1991, apenas retirado como jugador profesional, fue nombrado capitán de Copa Davis del equipo francés. Ese año, ganó la ensaladera ante Estados Unidos. Llevó el galardón de nuevo a tierras galas luego de casi 60 años de sequia. Volvería a ganar la Davis en el 96 ante Suecia. Luego se pasó a la capitanía del equipo francés de la copa Federación o “Copa Billie Jean King” como se la conoce ahora. Esta es la principal competición por equipos del tenis femenino. Y ¿saben qué? También las llevó al triunfo.
Pero suficientes trofeos en estos renglones, entendemos porque Noah fue número 3 del mundo e integra el salón de la fama del tenis internacional desde el 2005. También porque se lo considera en su país como “El hombre milagro de la copa Davis”. Es hora de agarrar otras cuerdas de esta red. Las que nos llevan a lo que hizo de Yannick un jugador tan especial. No son pocos los momentos en los que Noah hacía reír en las canchas. Al público, a los jueces y hasta al contrincante. Le sacaba esa seriedad que impregna, por algún motivo, el mundo del tenis. Claro que no lo hacía en los match points de la final de un torneo, pero esa actitud de reírse de todo era refrescante. Era un poco la contracara de esa ideología de los jugadores que son máquinas de competir, y no se dan la posibilidad de dejar pasar un punto ni en una exhibición. Noah le sacó un poco el dramatismo a todo, bajó del pedestal las figuras de poder del tenis. Literalmente, bajó un juez de su torre solo para jugarle una broma en pleno partido. Era llamativo, quizá revolucionario. Esa revolución que también llevó adelante Agassi con sus looks estrafalarios. Pero, a diferencia de André, Yannick no lo hacía como respuesta a un odio secreto al tenis. Era un espíritu libre que se reía por la cancha, que imantaba las miradas con sus morisquetas como si hubiera sido poseído por Marcel Marceau. Una actitud que nos recuerda un poco a las primeras veces que notamos a Novak Djocovic. Ya saben, ese monstruo que gana todos los torneos que se le cruzan y rompió varios récords de victorias y palmares de Grand Slams. Resulta que hubo una época en que el serbio salía en las noticias por las imitaciones que hacía en la cancha de otros jugadores del circuito, o por sus humoradas con los ballboys. Algo que recordaba los mejores años de Yannick, pero bueno Novak decidió dejar divertirse jugando y solo ganar.
“¿Y cómo llegaste a Spotify con esto?” Se preguntaran. No creerán que Yannick fue el primer deportista en incursionar como cantante, ¿verdad? Noah se tomó un tiempo alejado del tenis y se dedicó a lo que considera su otra gran pasión, la música. En 1990, en el ocaso de su carrera, sacó un single llamado “Saga Africa”. La experiencia fue positiva y, para finales del`91 Noah sacó el longplay llamado“Black y what”. En este pudo volver a mostrar su amor por sus raíces africanas. Uno de sus temas más populares fuera del territorio francés, es el cover que hizo del tema “redentionsong” de Bob Marley. Como para terminar de comprobar lo que sus rastas ya insinuaban, el amor por el reggae que adquirió viviendo en Camerún parte de su niñez. De hecho, Noah confesó haber consumido marihuana en los ochenta, cosa que le jugó muy en contra cuando acusó al deporte español de dopaje en sus deportistas. Aunque se peleó un poco con los españoles en los años que ganaban todo con Nadal, Alonso, la selección de fútbol y demás; nadie puede enojarse eternamente con Yannick. El siguió tocando y grabando. En 2005, mismo años que entró al salón de la fama del tenis, fue parte del Live 8, el segundo concierto global más grande de la historia que tenía como propósito ayudar a África. Aunque esto se manchó un poco por su apoyo al gobierno de Paul Biya, presidente de Camerún que está en el poder desde hace más de 40 años y que es acusado de corrupción, fraude sobre el pueblo camerunés. Detalles.

“Cumplí todo lo que me propuse y espero seguir haciéndolo, siempre con alegría”, declaró Noah al repasar su historia. Y caray si hiciste cosas Yannick, campeonatos, torneos, música, películas. La creación de “Fête le mur”, la organización benéfica que creó para integrar a los niños de los barrios humildes a través del tenis. Queda poco para tachar de esa lista.
Hoy por hoy, la música de Noah es muy popular en Francia. Llegó a tener varios números uno en los principales rankings franceses. No se hará aquí un relevamiento de si el pueblo francés lo escucha por su talento musical o por el amor que aún le guardan como tenistas. Eso se lo dejamos a los rompedores de ilusiones. Acá seguiremos buscando “momentos graciosos del tenis” en Youtube para ver como Yannick gesticula cual mimo en un escenario para sacarle una carcajada a un público acostumbrado a que lo callen en cada saque.
Ezequiel Olasagasti.
