El campeón de piernas caídas

Las injusticias dentro del campo de juego son moneda corriente desde que la pelota empezó a rodar. Vivimos entre protestas contra el juez, críticas en las redes, y la sensación de que todos somos víctimas. Pero, cuándo un equipo decidió hacer algo al respecto y en pleno partido, fue cuando pasó a la historia.

Por: @Ezequiel.Olasagasti@Globalonet.web

El 31 de marzo de este 2022 va a quedar como una fecha histórica del futbol argentino. No por la proeza épica de algún equipo, sino por algo que se refiere más a lo que rodea al partido. Algo que, sin embargo, y más en nuestro fútbol, es parte misma del juego. Fue en un Aldosivi vs Colón que hizo su arribo al suelo albiceleste el tan, tan temido VAR. Abreviación de Video Assistant Referee por sus siglas en inglés o “nos siguen bombeando, pero más alevoso”. Como prefieran decirle. La discusión entre si el nuevo sistema es beneficioso o perjudicial para el alma viva del fútbol es un debate que se viene dando desde que se propuso su uso en los primeros años del dos mil. Y no desenmañaremos eso aquí. Más bien, lo traemos a colación porque pareciera que en tierras sudamericanas, este componente de las nuevas reglas del juego parece ofrecerle, a los que quieren creer que existe un complot en contra de su equipo, las pruebas de lo mismo en bandeja de plata. Penales que no se cobran, fueras de juego inexistentes, manos claras que son obviadas. Los videos que podemos ver en tiempo real, mientras el árbitro los analiza en el partido, dejan en evidencia que, a veces, pareciera que ciertas cosas no deben cobrarse. En las últimas ediciones de la Copa Libertadores, el VAR fue protagonista de varios fallos, por lo menos polémicos, en partidos trascendentales de instancias de “mata o muere”.

No es algo de esta época los fallos controversiales. Pero pareciera que la queja solo puede terminar en eso, una queja. A lo sumo, una charla con escritorio de por medio para tratar de arañar algo que pueda dejar contenta a la tribuna del equipo perjudicado. Alerta spoiler: eso nunca se consigue. Como mucho, se suspende al árbitro una o dos fechas. Hoy nos toca hablar de las verdaderas formas de plantarse frente a la injusticia que han tenido algunos clubes. Hablamos de las famosas huelgas de piernas caídas.

Vemos muchas protestas al referí, con las manos detrás de la espalda claro, muy respetuoso. Vimos mucho hablar tras el partido, quejarse de la AFA, de la Conmebol, de los dirigentes. Pero ¿Quién ha hecho algo concreto?

“Huelga de piernas caídas” es un término que se utiliza cuando un equipo se rehúsa a jugar como forma de protesta por alguna injusticia. Ha sido utilizado por equipos a los que no se les paga en tiempo y forma, por ejemplo. Pero nos referimos a casos donde se utilizó como protesta contra la injusticia de un poder que quería perjudicar al más débil.

El querido tripero, Gimnasia y Esgrima de La Plata, tiene el título de ser el primer equipo en haber realizado este tipo de protesta. En el año 1933, el equipo de La Plata era de los mejores del torneo, habiendo ganado con comodidad su grupo y encaminándose al campeonato que disputaba contra Boca y San Lorenzo. En esos primeros años del fútbol profesional, empezaron a surgir los apodos de los equipos. Gimnasia fue bautizado como “El expreso” a base de su buen juego y victorias consecutivas. Aunque esto ayudó, lo que generaría que la campaña de este equipo quedara en la memoria histórica fueron los embistes que vinieron a continuación. El primer partido del Lobo en la parte definitoria al título fue contra uno de sus competidores directo, Boca Juniors. Un partido que el Xeneize, que ya ostentaba cierto poderío de “club grande”, ganó gracias a una serié de decisiones arbitrales cuestionables. Un penal inexistente y un gol en clara posición adelantada cobrados por el juez De Domenicis, condenaron el triunfo del “Expreso platense” que ganaba 2 a 0 en el primer tiempo. Tan evidente fue el robo a Gimnasia que la AFA tuvo que suspender y borrar de sus registros a De Domenicis. Algo que no era frecuente en la época. Pero el Lobo seguía con las chances intactas de abrazar el campeonato y, confiado en su juego, se disponía a vencer a San Lorenzo, su otro perseguidor, una fecha después en el Viejo Gasómetro.

El primer tiempo transcurrió con total normalidad, los Gauchos de Boedo ganaban por uno a cero. Algo que no sorprendía ya que tenían un nivel de juego tan superlativo como el de Gimnasia. José María Minella (sí, por quien se nombró al estadio de Mar del Plata) puso el empate para los visitantes. En el segundo tiempo, San Lorenzo volvió a ponerse en ventaja. Ahora viene lo problemático y léase todo con la voz de “Deportes en el recuerdo”. El Lobo, arrojado a obtener el empate, recibe una clara falta dentro del área rival. Sin embargo, el juez interpreta que la falta se cometió fuera de la zona de pena máxima, por lo que solo cobra tiro libre. Los jugadores de Gimnasia siguieron jugando, aunque ya masticaban la bronca. Y, por fin, llegó el detonante. El arquero Herrera detuvo un fuerte disparo del delantero azulgrana. Fue una parada difícil que lo obligó a arquear el cuerpo y casi posicionar su cuerpo tras la línea del arco. El referí, ubicado muy cerca de la acción, señaló el medio de cancha convalidando un nuevo tanto para San Lorenzo. Siendo que la pelota no ingreso al arco ni por asomo. La molotov se venía construyendo desde el partido robado ante Boca. Fue esa última injusticia la que prendió la mecha que llevaría al lobo platense a estallar contra el claro propósito de perjudicar su más que merecido campeonato. En una época donde estos hechos no se discutían más que en unas pocas charlas de café de La Plata. Los jugadores de Gimnasia (conscientes o no de la transcendencia que tendrían) decidieron dejar de una competencia que claramente favorecía a los grandes. Los jugadores del Lobo se sentaron en la cancha, dejaron de jugar en señal de protesta por los arbitrajes obviamente parciales hacia los equipos de la capital. El juez Rojo no podía tomar ninguna medida disciplinaria contra ellos, no iba contra el reglamento dejar de correr. Pero era claro que su embestidura quedaba manchada, el mensaje no era hablado, pero si claro.

El encuentro finalizó minutos antes de lo reglamentado por Rojo, quien salió corriendo del lugar. En la cancha solo quedaron los jugadores de ambos bandos envueltos entre los abrazos de los guerreros que, aunque se enfrentan, se reconocen como colegas trabajadores. El expreso platense, luego de estos partidos, perdió el primer puesto que ostentó durante veintisiete fechas llenas de un fútbol de alto vuelo. Aunque no lo recuperarían (el campeón sería San Lorenzo cosechando su primer campeonato en el profesionalismo) esa tarde de las “Piernas Caídas” el Lobo entró en la historia grande del fútbol argentino. Como esos equipos que lograron algo que va más allá de meterle goles al rival. En una época sin redes sociales para llorar toda la semana por un offside de medio milímetro, las acciones de Gimnasia de La Plata fueron tapa de los principales diarios del país. Dejando por escrito lo que se sabía a sotto voce: la AFA tenía “preferencias” sobre los denominados “grades” y los equipos de la Capital Federal. De hecho, desde el profesionalismo en 1931, tuvieron que pasar más de 30 años para que un equipo fuera de los grandes se consagrará campeón. Este fue, para dolor del tripero que lee, Estudiantes de La Plata, quien levantó la copa en el metropolitano de 1967.

Por esas cuestiones de justicia poética que a veces tiene el deporte, la siguiente huelga de piernas caídas en el futbol argentino fue protagonizada por San Lorenzo de Almagro en 1963. El equipo de ese año, conocido en la historia del club como “Los carasucias”, perdía contra quien sería el campeón del torneo, un Independiente de Avellaneda superlativo. Sin embargo, la pésima actuación del árbitro llevó a la protesta de los jugadores cuervos que, con 8 jugadores en campo por lesiones y alguna expulsión, decidieron dejarse hacer los goles. El partido terminó 9 a 1 a favor de Independiente quien solo necesitaba un triunfo para ser campeón. Fue un torneo que dominó por completo, pero la protesta del equipo de Boedo les ensució un poco la fiesta.

Este tipo de protestas siguen realizándose, aunque de forma muy esporádica. Tal vez la más reciente (hablando de equipos populares de argentina) haya sido la de Tigre. El Matador de Victoria se rehusó a jugar el segundo tiempo de la final de la Copa Sudamericana contra Sao Pablo en Brasil. El equipo argentino fue increpado tanto por la policía como por la barra del equipo brasilero en el Morumbí. El Sao Pablo Fue coronado campeón de esa edición, mientras que Tigre tuvo que conformarse con recibir una medalla seis años después de mano del presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, a modo de disculpa o de pseudo reconocimiento al valor. Quien sabe.

En el folclore de las tribunas argentinas corre el chiste de la falta de títulos del Tripero. Pero, como ya hemos hablado hasta el hartazgo y seguiremos haciendo, hay muchas formas de quedar en la historia. “El expreso platense” quedó en los libros no solo por su juego sino por su coraje. Y aunque en las vitrinas no está esa copa que traduce de forma material su poderío en esa época. Están las crónicas y las notas históricas como esta que los recuerdan.

Ezequiel Olasagasti.