Diego Murzi y Federico Czesli forman parte del grupo de personas que, desde las ciencias sociales trabajan en el fútbol. Ambos, forman parte de la ONG Salvemos al Fútbol, encargada de abordar diferentes problemáticas de este deporte en nuestro país, una de ellas es la violencia.
Por: @Agustinpalmis – @Globalonet.web

El 30 de julio de 1922 se jugó un partido amistoso entre un equipo conformado por jugadores del interior del país contra un seleccionado vasco. El encuentro se llevó a cabo en el estadio de Sportivo Barracas, y en aquella fecha, un siglo atrás, el fútbol argentino tuvo su primera víctima, un menor de edad. Poco se sabe -ni tampoco importa- el resultado, pero mucho menos de aquel joven que misteriosamente cayó de una tribuna improvisada. En una de las pocas coberturas de la época, el diario El Telégrafo informó la noticia de la muerte, y señaló la posible responsabilidad conjunta entre las autoridades del club y la Policía, quienes negaban ver el partido a las personas que se acercaban sin entrada.
Un centenario pasó de aquella fecha, y Salvemos al Fútbol tiene en su página web el listado completo de hinchas que fueron víctimas: 343. La última fue el 10 de julio de este año. Joaquín Coronel, hincha de Luján, que llegaba al estadio de su club de para ver el clásico frente a Leandro N. Alem. El joven quedó en medio de un enfrentamiento, y desde un auto dispararon, la bala lo alcanzó a la altura del tórax y murió.
Diego Murzi, es sociólogo, docente, miembro del Conicet y especializado en violencia en este deporte. Actualmente es el presidente de la ONG Salvemos al Fútbol, fundada en 2006. Su reciente trabajo es el libro ‘Fútbol, violencia y Estado’: “El fútbol me interesa como lugar que permite hablar de otras cosas que pasan en la sociedad”, dice. Cuando se recibió, Diego trabajó en sociología urbana, y ante una posibilidad laboral como docente de español en Francia, conoció la revista So Foot, y lo marcó: ‘’Cuando vi que en sus notas hablaban de diferentes enfoques entendí que se podía hacer algo que exceda lo básico’’.
Fue a partir de ese momento donde Murzi comenzó a relacionarse con gente ligada a su profesión y a la pelota: ‘’Poco a poco empecé a trabajar con el fútbol, pero alejado del juego en sí’’. Federico Czesli es Licenciado en Comunicación y doctorando en Atropología, y trabaja en inferiores del club Excursionistas. Desde 2013 forma parte de la organización, y cuenta que junto a su llegada se incorporaron distintos actores que venían de las ciencias sociales, y agrega: ‘’Formo parte de un cambio generacional que empezó a interesarse en una organización que empezó con las denuncias de Mónica Nizzardo, ligadas a la violencia’’.
Desde 2013, la liga de fútbol argentina no permite el ingreso de hinchadas visitantes a los estadios, pero sí lo hace en otras competiciones como la Copa Argentina o torneos internaciones. En cuanto a los controles policiales, la suma de efectivos no se contrajo, sino que, en muchos casos aumentó. Martín Javier Jerez, es el número 275 del listado de hinchas que murieron, y en este caso no hubo un enfrentamiento entre barras, ni un accidente. Mientras se trasladaba para ver a su equipo, Lanús, frente a Estudiantes, Jerez fue víctima de la represión policial. Ese día fue la última vez que el torneo local tuvo abrió las puertas a las dos parcialidades.

¿Ves un fútbol que aumentó su violencia en las últimas décadas?
(Diego Murzi) – Es difícil decir si es más o menos violento porque van cambiando las dimensiones de las cosas y pasan cosas horribles y otras positivas. Por un lado, hace 9 años hay partidos sin público visitante pero la cantidad de policías en los estadios son como si los hubiera, y hay enfrentamientos y asesinatos en las inmediaciones de las canchas. Por otro lado, pasan cosas interesantes de mencionar, como el aumento del público femenino o la condena al ex titular de Sportivo Belgrano, Pablo Esser, condenado por tener vínculos con la barra.
También hay cuestiones simbólicas ligadas a la violencia que siguen firmes: el machismo, antisemitismo, racismo y la homofobia. Digamos, hay avances que hace 10 o 15 años proponíamos, como sacar los alambrados y que la fiesta la pueda organizar gente. Como contrapartida, los operativos siguen siendo una caja para la policía y las barras siguen manejando un montón de cuestiones ligadas al delito y practicas violentas en general. Yo no soy un antibarra total, es más creo que hay funciones que están bien.
¿Cuáles serían?
(DM) – Cuando los hinchas sacamos pecho por los colores del fútbol, ese color lo pone la barra y cumple la función de estar, alentar y hacer fiesta, eso está bien que se mantenga. Ahora bien, cuando se tratan de cosas por fuera de la Ley, ahí encontramos todo lo negativo. Esa especificidad de la violencia en el fútbol de Argentina que no existe en otros lados es el intercambio de las barras con factores de poder. Barras hay en todos lados, desde Latinoamérica al resto del mundo, pero la diferencia es que no existe la relación con la policía, dirigentes, sindicalistas, etc. No solo son relaciones de “Hola, ¿qué tal?”, sino que hay negocios de por medio. Ahí las barras exceden lo que son las tribunas y se convierten en otra cosa.

En medio de esta situación, los grandes medios de comunicación, no solo banalizan la violencia, sino que, en muchos casos la omiten. En las últimas semanas, se hizo una cobertura total de la pelea entre los jugadores de Boca Juniors, Darío Benedetto y Carlos Zambrano en el vestuario, pero ante otros casos no hubo palabras. Más importante fue el caso del defensor Federico Potarski, quien era jugador de Berazategui, equipo de la Primera C de la Argentina, y pertenecía al gran porcentaje profesionales que cobran un salario menor al básico, que no salen en televisión, y que el universo del fútbol le da la espalda. Potarski estudiaba para ser masajista, y además de futbolista era chofer para una aplicación de viajes. En un intento de robo lo asesinaron de un balazo en la cabeza.
Ante la omisión de los grandes medios deportivos, el fútbol grande tampoco dijo nada. Solo reaccionaron ante los hechos que se produjeron en la fecha 13 de la Primera División, cuando la barra de Aldosivi quemó 5 autos de jugadores y cuerpo técnico tras perder 2 a 0 con Godoy Cruz y quedar comprometidos en el descenso. Nestor ‘Pipo’ Gorosito, director técnico de Gimnasia La Plata, fue uno de los pocos que habló sobre el tema.
En medio de esta situación que cada año se complejiza más, distintas organizaciones del campo de humanidades comenzaron a trabajar con más fuerza en el fútbol, y desde distintos enfoques ligados a la violencia. Federico Czesli, especializado en la formación de jugadores, pero alejado de las cuestiones tácticas y estratégicas, sino en diferentes situaciones que viven los planteles juveniles. Explica la necesidad de focalizar en diferentes herramientas necesarias para contrarrestar otro tipo de violencia que va más allá de este deporte, y que suma casos en el fútbol de todo el mundo: la de género.

¿Vemos que el fútbol se mueve de una manera que creemos que es el reflejo del poder patriarcal?
(Federico Czesli) – Sí. Creo que distintas formas del patriarcado siguen existiendo en el fútbol argentino, la homofobia es una de ellas. Natalia Maderna me preguntó en un programa de radio sobre las resistencias a las cuestiones de género, y mi lectura es que se sigue considerando que aquel que es violento o golpeador es un caso excepcional, un enfermo, o alguien que actúa de manera irracional y que no se percibe como tal. Justamente, la violencia de género es parte de una estructura de la cual todos los varones somos parte. Eso incluye a los dirigentes, hinchas e investigadores. Creo que parte de la resistencia tiene que ver con el temor que sentimos por vernos interpelados por la concepción de género y por la necesidad de revisar, trabajar y abordar sobre nuestras propias construcciones como varones.
¿Qué importancia le damos en el marco del fútbol a la ESI y la salud mental?
(FC) – Es central, y no están del todo desconectadas. Primero, es importante la centralidad, los clubes y las categorías juveniles tienen que abrir espacios donde se puedan expresar y comentar las problemáticas con las que se encuentran sin que eso implique un riesgo para sus carreras. Y la necesidad imperiosa de incorporar la educación sexual integral, no solo hacia los jugadores juveniles sino también a dirigentes y entrenadores. Pero además de las instituciones deportivas también llevarla a, por ejemplo, los cursos para entrenadores que, son un lugar donde se forman quienes llevarán adelante un plantel.
Cuando pensamos en un plantel solemos pensar en los chicos y las próximas generaciones. Bueno no, hay que incorporar trabajos específicos con los dirigentes, entrenadores y todos los actores que integran las instituciones deportivas.
El trabajo de campo de las ciencias sociales en el fútbol es de vital importancia para intentar encontrar las respuestas a ciertas mecánicas que, son un reflejo de la sociedad trasladado a este deporte. Para Murzi, resolver la cuestión de todo tipo de violencia es algo complejo en nuestro país si se tiene en cuenta las diferentes aristas que la componen: ‘’Hay una cultura general que es muy similar a la parodia que hace Sebastián Wainraich en Fútbol o Muerte. Esa es la cultura principal del hincha, esa cosa que no le podés entrar por ningún lado porque tiene una lógica de pensamiento con jerarquías tan claras que es muy difícil modificarlo. La gravedad de eso es que se aprende desde muy chico’’.
Agustín Palmisciano.