Seattle SuperSonics: auge, caída y, ¿la espera por la reaparición? La historia de la franquicia que hasta hoy añoran sus seguidores.
Por: @Duendeverde83 – Globalonet_web

Los Seattle SuperSonics fueron uno de los equipos más icónicos de la NBA. En 1967 se convirtieron en la primera franquicia profesional de cualquier deporte en el estado de Washington. Su “extinción” en el 2007 es una herida que aun no cicatriza en la comunidad de la ciudad, tal como lo refleja el documental Sonicsgate. Este es uno de los tantos casos que demuestra lo peligroso que pueden ser las privatizaciones en el deporte. Si bien en varias ocasiones los SuperSonics estuvieron cerca de volver a competir, por el momento esperan en la banca por una nueva oportunidad en la NBA.
Tras haber alcanzado la gloria a fines de los 70s, el futuro de los Seattle SuperSonics se vislumbraba prometedor. El equipo era comandado por Dennis Johnson desde el parquet y por Lenny Wilkens desde la banca. Juntos lograron el primer campeonato en la historia de la franquicia tras consagrarse en las finales de la temporada 78/79 frente a los Washington Bullets con un global de 4 a 1. Sin embargo aquel equipo no logró consolidarse, sin repetir resultados sus jugadores fueron cambiando de rumbo año tras año. Finalmente en 1985 Wilkens renunció como entrenador y con él se diluyó por completo el equipo campeón de 1979.
Tras siete temporadas de sinsabores, los Supersonics lograron conformar un equipo competitivo en 1992 gracias a la llegada de George Karl como entrenador. El nuevo estratega potenció a dos jóvenes que la franquicia seleccionó en los drafts de 1989 y 1990: Shawn Kemp y Gary Payton. Ambos se convirtieron en figuras indiscutibles no solo del equipo sino de toda la NBA.
Cuatro años más tarde, Payton y Kemp eran las estrellas de la liga y estuvieron muy cerca de conseguir el segundo anillo de la franquicia del noroeste de los Estados Unidos. El único problema fue que del otro lado estaba Michael Jordan y los inolvidables Bulls del segundo “Three Peat”.

Después de aquellas finales, el equipo no pudo mantener el nivel. Como consecuencia no logró volver a competir en las finales. Paulatinamente, sus figuras fueron mermando su rendimiento debido a la edad y las expectativas se fueron apagando. Con el inicio del nuevo milenio, los directivos de la franquicia apostaron a los golpes de efecto vía traspaso de jugadores. El primer nombre fuerte que se unió a la causa Sonic fue Patrick Ewing, pero la apuesta fue un fracaso rotundo. Los Sonics no clasificaron a los playoffs, y a la temporada siguiente, el pívot jamaiquino se marchó a Orlando.
La otra apuesta fuerte que buscó un golpe de efecto que sacudiera al equipo sucedió en 2003, cuando intercambiaron a Gary Payton, uno de los jugadores más emblemáticos de su historia, por Ray Allen, un joven tirador con potencial de superestrella. Con Allen como figura el equipo apenas alcanzó unas semifinales de conferencia, y ya para el 2007 con el equipo en los últimos puestos de la clasificación Ray Allen fue traspasado a los Boston Celtics.
La última alegría para los Seattle Supersonics fue la elección de Kevin Durant en el Draft de 2007, aunque “Durántula” solo vistió esta camiseta una temporada. El motivo, para los fanáticos fue mucho peor que un traspaso o una lesión.

En 2006, la casa de los Seattle SuperSonics era el Key Arena, un estadio inaugurado en 1962 y que para ese entonces ya era uno de los más antiguos y con menos capacidad de espectadores de toda la liga. Ante la imposibilidad de conseguir financiamiento estatal para remodelar el Key Arena, el propietario del equipo, Howard Schultz, -y por aquel entonces CEO de Starbucks- decidió vender los SuperSonics a un grupo inversor a cambio de USD350 millones. El acuerdo tenía una condición implícita: el equipo no debía mudarse de Seattle.
En el inicio de la temporada 2008/09 los SuperSonics ya no eran parte de la NBA. Su lugar fue ocupado por los Oklahoma City Thunder. En vano fueron las multitudinarias manifestaciones en repudio a la mudanza de los fanáticos, e incluso los recursos judiciales presentados por las autoridades gubernamentales de la ciudad contra el grupo Bennett.
Sin embargo, para que los SuperSonics no dejen de existir, la ciudad de Seattle acordó quedarse con los derechos exclusivos del nombre del equipo, los colores y el logo, con la esperanza de recuperar la franquicia en algún momento. Además acordaron que el historial del equipo sería compartido entre ellos y el nuevo equipo de Oklahoma. Esta decisión sumada a la inagotable pasión de los seguidores “sónicos”, hacen que el equipo siga vivo aun hoy después de más de 15 años desde que saltaron por última vez sobre el parquet.
Juan Manuel Ferrera.